El técnico italiano llego tras la destitución de Igor Tudor para solucionar problemas y su mano no se está viendo reflejada en el equipo

Luciano Spalletti dando instrucciones de forma airada; foto: The Sporting News.
Luciano Spalletti dando instrucciones de forma airada; foto: The Sporting News.

Torino, Italia – La Juventus sigue atrapada en un bucle que ni tres entrenadores distintos han logrado romper. Luciano Spalletti, llamado como salvavidas tras las etapas fallidas de Thiago Motta e Igor Tudor, no ha conseguido aún invertir la dinámica de un equipo irreconocible. La derrota en Nápoles ha confirmado lo que La Gazzetta dello Sport ya describía como un “vórtice gatopardesco”: todo cambia para que nada cambie.

El equipo bianconero, octavo en la Serie A y a ocho puntos del liderato, afronta una semana definitiva: Bolonia, Roma y Pafos en Champions conforman un triple examen en el que no se admite fallo. De suspenderlo, el proyecto podría darse por liquidado mucho antes de primavera.

Spalletti había entrado con un mensaje ambicioso —“podemos correr por el Scudetto”— pero un mes y medio después la realidad es más cruda: la clasificación ha empeorado, el juego sigue sin evolucionar y la Juve continúa mostrando los mismos vicios estructurales que con sus predecesores.

Uno de los grandes símbolos del desconcierto es Teun Koopmeiners, cuyo rol ha cambiado con cada técnico sin que ninguno haya logrado encajarlo. Spalletti probó con él como interior bajo para activar la salida desde atrás, pero en cuanto el nivel del rival sube, el sistema se rompe. En el Maradona, un Neres desatado lo expuso sin piedad.

Tampoco funcionan las apuestas ofensivas del técnico. La sorprendente dupla Yildiz–Conceiçao en Nápoles apenas pisó el área, mientras que hombres como Thuram, Openda, Jonathan David o Zhegrova muestran más dudas que certezas. Como recuerda Corriere dello Sport, la Juve tiene un problema simple pero demoledor: falta calidad en la zona donde se deciden los partidos.

Spalletti desea un regista de nivel en enero para reconstruir la identidad del equipo, pero la realidad económica del club —muy condicionada por los últimos mercados— hace que esa operación sea hoy casi una quimera.

Pese a la tensión, el vestuario intenta sostener el ánimo. Kenan Yildiz lanzó un mensaje a la afición tras la derrota en Nápoles: “Estamos trabajando duro para mejorar. Durante el proceso necesitamos vuestro apoyo”. Spalletti, por su parte, intenta no cargar sobre el turco la responsabilidad del proyecto: “No dependemos de él”. Sin embargo, la renovación del joven talento, aún sin cerrar, añade otro punto de incertidumbre en un momento delicadísimo.

La Juventus entra así en un tramo que marcará su temporada. Sin reacción inmediata, el “efecto Spalletti” puede quedarse en un espejismo y el club se verá obligado a replantear un proyecto que, más que avanzar, parece caminar en círculos.

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