El entrenador neerlandés está atravesando un mal momento con el conjunto ‘Red’, porque no consigue encajar todas las piezas y lleva una muy mala racha de resultados

La derrota por 3-0 ante el Nottingham Forest en Anfield no fue un tropiezo más, sino un síntoma profundo del colapso de un equipo que hace apenas unos meses levantaba la Premier League. Fue la segunda vez desde 1965 que el Liverpool encadena dos derrotas ligueras por tres o más goles, una estadística que por sí sola ilustra la magnitud del deslizamiento actual. Arne Slot, que llegó para sostener la continuidad del proyecto tras Jürgen Klopp, vive ya bajo una presión creciente mientras el club cae hasta la duodécima posición, a once puntos del Arsenal. La presencia del presidente Tom Werner en la grada, llegando desde Estados Unidos para presenciar uno de los peores partidos recientes del equipo, no hizo sino acentuar la gravedad del momento.
Slot enfrenta un escenario complejo, en el que conviven fichajes multimillonarios que no han ofrecido aún una respuesta, decisiones tácticas que han desdibujado el plan del equipo campeón y una acumulación de desajustes que han llevado al Liverpool a seis derrotas en siete encuentros. Las preguntas son inevitables: ¿qué puede cambiar el técnico neerlandés para frenar la caída? ¿Dónde se está rompiendo el equipo y qué soluciones tiene a su alcance?
Una de las cuestiones más urgentes se encuentra en la delantera, donde las expectativas generadas por Alexander Isak y Florian Wirtz contrastan de forma dolorosa con su rendimiento real. El sueco, fichado por 125 millones de libras y convertido en la operación más costosa en la historia del club, ofreció ante el Forest una actuación casi invisible: solo 14 toques, un lenguaje corporal derrotista y la sensación de estar totalmente desconectado del ritmo competitivo. Wirtz, por su parte, aún no ha marcado ni asistido en Premier, además de mostrar dificultades para adaptarse a la intensidad y al rigor táctico del fútbol inglés. Ambos representan un problema inmediato: su calidad es indudable, pero el Liverpool no puede permitirse seguir esperando a que aparezca sola. El rendimiento de Hugo Ekitike, máximo goleador del equipo y con crecimiento constante, apunta a una evidencia que Slot debe asumir: la titularidad debe ser un reflejo del presente, no del precio. Insistir en Isak por inercia no solo penaliza al colectivo, sino que altera la meritocracia interna que siempre distinguió al Liverpool competitivo de los últimos años.
Esta cuestión conecta directamente con el debate más sensible del vestuario: el rol de Mohamed Salah. Wayne Rooney avivó la discusión al asegurar que el egipcio debería ser cuestionado, sobre todo por su falta de implicación defensiva en varios de los últimos encuentros. Es cierto que Salah ya no tiene la presencia dominante de otras temporadas y que, en partidos recientes, ha ofrecido menos ayudas de las necesarias en un equipo roto en transiciones. Sin embargo, también es cierto que continúa siendo uno de los pocos jugadores capaces de generar peligro de forma consistente. Slot no puede permitirse prescindir de él en Premier, pero sí debe establecer un pacto tácito: mantener su titularidad implica exigirle un esfuerzo mínimo en fase defensiva y garantizar, al mismo tiempo, una estructura táctica que amortigüe sus carencias sin privarlo de libertad ofensiva. La cuestión no es sentarlo, sino reequilibrarlo.
El eje del declive del Liverpool, en cualquier caso, se sitúa en el mediocampo. La estructura que permitió al equipo lograr sus victorias más convincentes esta temporada —como las obtenidas ante Aston Villa y Real Madrid— ha sido desmembrada en las últimas semanas por la voluntad de encajar a Wirtz en posiciones avanzadas. Aquel trío formado por Gravenberch como mediocentro, Mac Allister apoyando desde la base y Szoboszlai actuando como interior frontal ofrecía energía, control y recorrido. Su desmantelamiento ha dejado al equipo desordenado, con falta de claridad y, sobre todo, sin una base estable sobre la que construir. Reconstruir esa estructura es, probablemente, el movimiento más urgente que Slot debe acometer. Solo desde un mediocampo coherente podrá recuperar identidad y recuperar las distancias entre líneas que el equipo ha perdido.
Otro de los focos críticos se encuentra en el lateral derecho, donde la ausencia de Trent Alexander-Arnold ha provocado una serie de improvisaciones que han terminado perjudicando más que ayudando. Slot ha recurrido a soluciones tan extremas como colocar a Szoboszlai o a Curtis Jones en esa posición, desnaturalizando por partida doble a piezas clave en la medular. Con Bradley y Frimpong tocados, lo lógico habría sido apostar por Joe Gomez, que conoce el rol y ofrece al menos una estabilidad posicional. Mantener a Szoboszlai como lateral implica sacrificar a uno de los jugadores más influyentes del equipo en un contexto en el que el Liverpool necesita cada gramo de creatividad disponible.
La fragilidad defensiva es otra urgencia. El equipo ha concedido veinte goles en doce partidos de Premier, nueve de ellos a balón parado, una cifra idéntica a la que recibió en esa faceta durante toda la temporada anterior. El nivel de Ibrahima Konaté está muy lejos del esperado y la fallida operación para fichar a Marc Guehi ha tenido un efecto evidente. La defensa necesita jerarquía, contundencia y una figura capaz de sostener a Virgil van Dijk. Retomar el interés por Guehi, aunque resulte más difícil ahora, parece una prioridad inevitable. Mientras tanto, Slot debe trabajar la defensa de balones detenidos como si se tratara de una emergencia estructural y, sobre todo, detener la constante rotación de perfiles y posiciones que está impidiendo consolidar automatismos.
Todo esto converge en una conclusión clara: el Liverpool necesita menos experimentación y más jerarquía, menos rotación improvisada y más convicción táctica. Slot demostró la temporada pasada que es un entrenador capaz de tomar decisiones quirúrgicas, de ajustar sistemas en mitad de un partido y de leer dinámicas con precisión. Este año, sin embargo, sus decisiones huelen a urgencia, no a planificación. Recuperar la serenidad pasa por reconstruir la columna vertebral que ya funcionó, ordenar la delantera en función del rendimiento y no del precio, restablecer la coherencia del mediocampo y devolver a cada jugador a su lugar natural.
El Liverpool sigue teniendo talento, capacidad ofensiva y jugadores diferenciales. El problema no es la falta de recursos, sino la ausencia de un plan estable en medio del ruido. Slot necesita volver a los fundamentos que lo llevaron al éxito y, sobre todo, demostrar que puede liderar la transición más difícil: la que exige elegir bien a quién mantener, a quién esperar… y a quién sentar. Sólo así podrá detener un deslizamiento que, de prolongarse, pondría en riesgo no solo la temporada, sino la credibilidad misma del proyecto.





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