La Premier League vive un momento de tensión invisible para el gran público, pero de enorme trascendencia para el futuro del fútbol europeo

La propuesta del llamado anchoring —un sistema de control del gasto que fija un techo salarial idéntico para todos los clubes, independientemente de sus ingresos— ha desencadenado la mayor batalla política, económica y jurídica en la competición más poderosa del planeta. Lo que nació como un experimento teórico para frenar la inflación salarial amenaza con convertirse en una guerra abierta entre clubes, futbolistas y reguladores.
El debate ya no es deportivo, sino sistémico: ¿puede la Premier imponer un límite común de gasto en un mercado abierto, regido por normas de competencia europeas y sin negociación colectiva? ¿Puede una liga limitar el uso de los recursos propios de sus clubes más ricos? ¿Quién protege los derechos salariales de las estrellas que hacen del campeonato inglés un producto global?
Un límite común que rompe con el modelo europeo
A diferencia de los controles financieros establecidos por UEFA o por LaLiga, el anchoring no ajusta el límite de gasto a las cuentas reales de cada club. En su lugar, establece un techo fijo: cinco veces los ingresos centralizados del club que menos factura dentro de la Premier.
El resultado es un número único, artificial y desligado del músculo financiero de gigantes como Manchester City, Manchester United, Liverpool o Chelsea. Si el equipo que menos ingresa por televisión recibe 100 millones de libras, el máximo que cualquiera podría gastar en salarios y plantilla se fijaría en torno a 500–525 millones.
Se trata de un giro radical respecto del modelo tradicional europeo, donde cada club debe autorregularse según su capacidad financiera. Aquí, en cambio, se impone un corsé común que afecta de igual manera a un club local de la zona baja y a una entidad global con cientos de millones en ingresos comerciales.
El objetivo declarado es frenar la escalada salarial y evitar que la distancia entre clubes grandes y pequeños siga aumentando. Pero el método, según Antonio Fernández, especialista en derecho deportivo, puede ser contraproducente: “Se impediría a clubes que generan ingresos multimillonarios utilizar sus propios recursos”. Más que equilibrar, podría empobrecer.
Una batalla política antes de la batalla legal
Para aprobarse, el anchoring necesitaría el voto favorable de 14 de los 20 clubes de la Premier. Hoy, ese consenso parece lejano. Manchester City y Manchester United han expuesto públicamente su oposición frontal. Tottenham, Chelsea y Liverpool mantienen posturas más matizadas, pero con reservas evidentes. En cambio, los clubes medianos y pequeños observan la medida como un posible freno al poder financiero de sus gigantes domésticos.
Incluso si superase la votación interna, la norma tendría que pasar por el filtro de la PFNCC —el organismo que agrupa a Premier League, EFL, FA y el sindicato de jugadores (PFA)—. La PFA, defensora histórica de los derechos salariales, ya ha mostrado su rechazo. Y no se descarta que, si la Premier insiste, el sindicato acuda a los tribunales para detener la medida antes de su implantación.
La oposición de la PFA abre la puerta a un enfrentamiento sindical sin precedentes en el fútbol inglés. El motivo: el anchoring limita de forma indirecta el salario que un jugador puede recibir, a pesar de tener oferta y demanda reales en el mercado.
¿Compatibilidad con la ley europea? Una cuestión clave
La gran amenaza para el anchoring no está en los despachos de la Premier, sino en Bruselas y en los tribunales laborales británicos.
Fernández es tajante: “Existen argumentos sólidos para cuestionar la medida”. El motivo es doble:
- Restricción a la libre competencia
Si un club quiere ofrecer a un jugador 20 millones anuales, pero no puede porque rebasaría el límite colectivo, el mercado queda intervenido artificialmente. - Vulneración de derechos laborales
En Europa, el salario es fruto de la negociación individual entre trabajador y empleador. Limitarlo fuera de una negociación colectiva vulnera principios fundamentales.
El precedente más cercano —el sistema estadounidense de salary cap— no sirve aquí. La NBA o la NFL funcionan con ligas cerradas, sin ascensos ni descensos, y con una negociación colectiva que avala los límites. Europa opera con un modelo abierto, libertad contractual y clubes regidos por las normas de competencia de la Unión Europea.
Replicar el modelo estadounidense, en palabras del experto, “es ciencia ficción”.
Consecuencias deportivas: fuga de talento, pérdida de nivel y tensiones internas
El anchoring tendría un impacto directo e inmediato sobre el nivel deportivo de la Premier.
1. Fuga de estrellas hacia ligas sin techo salarial
Sin la capacidad de ofrecer contratos que reflejen el valor real del mercado, los grandes clubes ingleses perderían ventaja competitiva frente a:
- Real Madrid y Barcelona,
- Bayern Múnich,
- PSG,
- Arabia Saudí y Qatar,
- MLS en expansión.
El riesgo es claro: Haaland, Salah, Bellingham o Foden podrían mirar hacia ligas sin restricciones. Y la Premier perdería atractivo televisivo.
2. Debilitamiento de los grandes clubes ingleses
Manchester City o United dependen de su capacidad para reinvertir ingresos gigantescos en plantilla. Si no pueden gastar más de 500 millones en salarios, la diferencia con sus rivales europeos podría estrecharse a la baja. Menos inversión implica menor competitividad internacional. Un límite común no iguala hacia arriba: iguala hacia abajo.
3. Contratos renegociados, ventas forzadas y choques internos
Si un club supera el tope, deberá:
- vender jugadores,
- renegociar a la baja,
- o incluso rescindir contratos que ya no pueda inscribir.
El mercado inglés se convertiría en una permanente operación de ajuste para cuadrar números. Un verano eterno de tensiones salariales, descontento en el vestuario y movimientos obligados.
4. Ascendidos y descendidos, los más perjudicados
Un recién ascendido con menores ingresos tendría un límite proporcionalmente insuficiente para competir.
Y un descendido, si el modelo se replica en Championship, quedaría automáticamente fuera de norma, arrastrando cargas salariales incompatibles con su nueva realidad.
Riesgo económico: huida de inversores y pérdida de atractivo global
La Premier League domina el mercado audiovisual mundial porque alberga a los mejores jugadores del planeta. Limitar salarios amenaza ese monopolio deportivo.
Además, según explica Fernández, podría darse una “huida de inversores por las restricciones al crecimiento y al retorno de la inversión”. Si un club no puede expandirse, generar valor y reinvertir beneficios, ¿qué sentido tiene ser propietario?
El anchoring pretende estabilizar el sistema financiero, pero puede acabar estrangulándolo.
Un futuro incierto: ¿igualdad real o terremoto regulatorio?
El anchoring nace con la intención de equilibrar la competición, pero su implantación podría generar el efecto contrario: congelar el crecimiento, reducir el nivel deportivo, empobrecer el mercado inglés y desencadenar un conflicto jurídico sin precedentes.
La Premier se enfrenta a un dilema histórico: adoptar un sistema que busca evitar el caos financiero, o aceptar que su liderazgo global se basa en un mercado libre donde los grandes gastan más porque ingresan más. Cualquier decisión tendrá consecuencias profundas.
Si el anchoring sale adelante, podría cambiar para siempre la estructura del fútbol europeo. Si fracasa, la Premier habrá escenificado la frontera entre regulación y libertad económica en el deporte. En ambos casos, el terremoto ya ha empezado.





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