La jornada más convulsa de la temporada en el barrio madrileño dejó una mezcla de caos, tensión y alegría: enfrentamientos entre radicales, clima de guerra en los alrededores y una victoria que desató la euforia en el estadio

Los ultras del Rayo Vallecano enfrentándose a los del Lech Poznan; foto: 20Minutos.
Los ultras del Rayo Vallecano enfrentándose a los del Lech Poznan; foto: 20Minutos.

Madrid — El Rayo Vallecano vivió en apenas 24 horas una montaña rusa emocional. Según relata Marca, el barrio de Vallecas fue escenario de violentos enfrentamientos entre grupos ultras, un despliegue policial sin precedentes y, finalmente, una noche de éxtasis deportivo tras la victoria del equipo en casa. Una jornada que combinó el lado más oscuro y el más pasional del fútbol.

Batalla campal entre radicales

Todo comenzó en la víspera del encuentro, cuando dos grupos ultras, vinculados a hinchadas rivales, protagonizaron una pelea violenta en las inmediaciones del estadio. La Policía Nacional tuvo que intervenir con material antidisturbios tras recibir avisos de los vecinos sobre disturbios en varias calles cercanas.

Los testigos describieron la escena como “una auténtica batalla”, con lanzamiento de objetos, bengalas y agresiones físicas. Hubo al menos una decena de detenidos y varios heridos leves, según fuentes policiales citadas por Marca.

El incidente llevó a la Delegación del Gobierno a reforzar la seguridad del encuentro, desplegando más de un centenar de agentes entre los alrededores del estadio y los accesos principales.

Un ambiente de máxima tensión

El clima en Vallecas fue de máxima tensión desde las primeras horas del día del partido. El barrio amaneció con presencia policial visible, controles de acceso y un ambiente enrarecido entre la afición. Los comercios cercanos al estadio incluso cerraron de manera anticipada ante el temor de nuevos incidentes.

Pese a ello, el estadio registró una gran entrada, y los aficionados rayistas, en su mayoría ajenos a los disturbios, se unieron para mostrar una imagen de apoyo y unidad hacia el equipo.

“Vallecas es pasión, no violencia”, rezaba una pancarta exhibida por los seguidores del Rayo antes del inicio del encuentro.

Del caos al éxtasis

Cuando el balón empezó a rodar, el ambiente cambió por completo. El Rayo Vallecano ofreció una de sus mejores versiones de la temporada, firmando una victoria que desató la locura en las gradas. Los goles fueron celebrados con una intensidad que parecía liberar toda la tensión acumulada durante el día.

El estadio se convirtió en una fiesta popular, con cánticos, banderas y lágrimas de emoción. Para muchos aficionados, el triunfo tuvo un valor simbólico, un recordatorio del espíritu de lucha que caracteriza al club y al barrio.

“Después de lo que vivimos fuera, necesitábamos esta alegría. El Rayo nos unió otra vez”, declaró un aficionado a Marca tras el pitido final.

Un barrio marcado por el contraste

El caso de Vallecas refleja la doble cara del fútbol actual: la pasión auténtica de una afición que vive cada partido como una causa colectiva y la amenaza persistente de grupos radicales que manchan la imagen del deporte.

El club, por su parte, condenó de forma tajante los actos violentos ocurridos antes del encuentro y mostró su colaboración total con las autoridades. En un comunicado, el Rayo Vallecano subrayó que “la violencia no representa ni a la entidad ni a la mayoría de sus seguidores”.

Las 24 horas vividas en Vallecas dejaron un mensaje claro: el fútbol sigue siendo capaz de generar los momentos más intensos, pero también los más peligrosos cuando la pasión se desborda. Entre la miseria de los enfrentamientos y el éxtasis de la victoria, el Rayo Vallecano y su gente demostraron, una vez más, que el corazón de su barrio late más fuerte que cualquier conflicto.

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