Tras una inversión de 1.660 millones de euros desde 2022 y una multa de la UEFA, el club londinense equilibra su balance de fichajes, vuelve a la Champions y ya genera beneficios con la venta de jugadores de la nueva era

El Chelsea, que ha recuperado su brillo deportivo ganando la Conference League y el Mundial de Clubes, está demostrando que la controvertida y millonaria estrategia de su propietario, Todd Boehly, empieza a ser rentable. A pesar de las críticas y las sanciones, el club ha logrado equilibrar sus cuentas en el mercado de fichajes de este verano, una condición impuesta por la UEFA, y ya obtiene beneficios con la venta de futbolistas fichados bajo su mandato, todo mientras planea nuevas incorporaciones como la de Fermín López.
El Chelsea está de vuelta. Tras un periodo de turbulencias y escepticismo, el club de Stamford Bridge ha resurgido en el plano deportivo: ganó la Conference League, regresa a la Champions League tras dos años de ausencia y puso la guinda al pastel conquistando el Mundial de Clubes con una contundente victoria por 3-0 contra el PSG. Pero más allá de los trofeos, la noticia más sorprendente es que su arriesgado modelo de gestión económica, liderado por Todd Boehly, finalmente parece funcionar.
Desde su llegada en 2022, el propietario estadounidense ha estado en el ojo del huracán por una política de fichajes sin precedentes, invirtiendo la asombrosa cifra de 1.660 millones de euros en 50 jugadores. Este dispendio generó un profundo escepticismo y críticas de figuras como el exjugador William Gallas, quien afirmaba no entender «por qué quieren fichar a tantos jóvenes». La situación llegó a ser tan extrema que, como confesó el veterano Thiago Silva, «tuvimos que aumentar el tamaño del vestuario porque no cabíamos toda la plantilla».
El propio Boehly admitió las dificultades. «Llevamos aquí tres años y ha sido un torbellino de actividad. Hay que pensar tanto a corto como a largo plazo. Hay que aceptar que las cosas no son lineales», reconoció el magnate. El gasto descontrolado, con solo 589 millones ingresados por ventas, provocó que la UEFA multara al club con 31 millones de euros el pasado junio. La sanción venía con una advertencia clara: solo podrían inscribir nuevos jugadores en la Champions si cerraban el mercado con un balance positivo o, como mínimo, equilibrado.
Sorprendentemente, el Chelsea lo está consiguiendo. Con la reciente venta de Carney Chukwuemeka al Borussia Dortmund por 20 millones de euros, el club ha logrado cuadrar sus cuentas. A día de hoy, el balance es casi perfecto: han gastado 279,65 millones de euros en fichajes y han ingresado 276,45 millones por ventas. Este equilibrio financiero, además, no cierra la puerta a nuevas llegadas. Con jugadores como Nico Jackson, Christopher Nkunku, Raheem Sterling, Axel Disasi o Ben Chilwell en la rampa de salida, el club tiene margen de maniobra para afrontar operaciones como el posible fichaje de Fermín o el central que busca el técnico Enzo Maresca.
Pero el éxito del modelo no se queda solo en equilibrar el presupuesto. La estrategia de Boehly de tratar la plantilla como un «activo negociable», como la describe el experto en finanzas Adam Williams, ya está generando plusvalías. Las ventas de los jugadores que llegaron bajo el mandato de Boehly y que ya han sido traspasados han dejado un beneficio de 2,59 millones de euros en las arcas del club.
Los ejemplos son claros y demuestran una gestión astuta en el mercado:
- Noni Madueke: Fichado del PSV por 35 millones y vendido al Arsenal por 56, generando un beneficio de 21 millones.
- Djordje Petrovic: Comprado por 16 millones y traspasado al Bournemouth por 28,9, con una plusvalía de 12,9 millones.
- Renato Veiga: Llegó del Basilea por 14 millones y fue fichado por el Villarreal por 24,5, dejando 10,5 millones de beneficio.
Boehly también ha defendido su polémica política de firmar contratos a muy largo plazo (hasta 10 años) a estrellas como Cole Palmer o Moisés Caicedo. «Sentimos que los contratos más largos significaban que podíamos amortizar, pero, a su vez, pensamos que fomentan la cohesión del grupo», insiste el propietario. Con una plantilla joven, con una media de edad de 22,7 años, el costoso y criticado plan del sucesor de Abramovich, por fin, comienza a dar sus «brotes verdes».





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