El capitán carga contra los que no sienten el escudo y el centrocampista turco responde con firmeza y compromiso tras ser señalado

Lautaro Martínez estalló tras la derrota 0‑2 frente al Fluminense en el Mundial de Clubes el 30 de junio y, con clara frustración, lanzó su advertencia: “El que no se quiera quedar, que se vaya”, porque “aquí tienes que querer estar… he visto muchas cosas que no me han gustado”, remarcó el delantero a través de DAZN, en una intervención que el presidente Giuseppe Marotta confirmó estaba dirigida a Hakan Calhanoglu, cuyo futuro en el Inter es incierto.
Horas después, el turco utilizó sus redes para devolver el golpe: “El verdadero líder es el que está al lado de sus compañeros, no el que busca un culpable cuando es lo más fácil hacerlo”, aseguró, recalcando que viajó a Estados Unidos pese a su lesión muscular “para apoyar al grupo aunque no pudiera jugar” y defendiendo que “nunca traicioné esta camiseta”. Además añadió que ha rechazado ofertas importantes para permanecer, que respeta todas las opiniones —“incluso la del capitán y la del presidente”—, pero reclamó que “el respeto no puede ser unilateral”.
La respuesta institucional no se hizo esperar: Marotta reconoció que las palabras de Lautaro iban directas a Calhanoglu, pero matizó que todavía no hay una decisión tomada y que se mantendrá el diálogo: “La puerta está abierta”, dijo, y aseguró que, de existir la voluntad de marcharse, el club actuará “sin problemas”. El episodio deja al descubierto una crisis interna tras una temporada sin títulos, que además ha estado marcada por la marcha del entrenador Simone Inzaghi al Al Hilal.
En definitiva, el cruce entre Lautaro y Calhanoglu refleja la tensión en el vestuario del Inter tras una campaña para el olvido: mientras el capitán ejerce presión para aislar a quienes, a su juicio, no están comprometidos, el turco responde con contundencia y manifiesta su vinculación al proyecto, arriesgando la estabilidad interna en el arranque de mercado.





Deja un comentario